Por: José Antonio Benllochpiquer Castro
Sobre la base del artículo publicado en “Grito de Reforma”, Revista de la Asociación de Docentes de la UNI, Abril del 2005. Lima, Perú.
Cerremos los ojos por un momento e imaginémonos el mapa del Perú insertado dentro de cualquier región desarrollada del mundo, por ejemplo en Europa. Observemos la densa red vial que lo atraviesa: redes ferroviarias internacionales, de alta velocidad; redes ferroviarias nacionales, de menor velocidad, pues unen todas las capitales departamentales y muchas provinciales; red nacional de autopistas, integradas al resto del continente; red de carreteras que atraviesan todos y cada uno de los valles poblados y red de canales de navegación interna en la selva. Y con mayor acercamiento: enormes puertos en cada punto de contacto de las redes ferroviarias con el océano y con los ríos navegables. Y en las ciudades importantes, redes de “Metro”. ¡Oh, ya no ya!
Pues, antes de abrir los ojos, ‘grabemos el DVD’. Esa puede ser una imagen-objetivo para quienes anhelan el desarrollo vial del país.
Si cerráramos repetidamente los ojos para visualizar las redes de energía con sus centrales generadoras y las presas hidráulicas; la infraestructura agrícola, pecuaria, industrial y turística; la redes urbanas; y también los gráficos estadísticos correspondientes al movimiento financiero en cada ciudad, al movimiento de carga de todo tipo y de personas a través de todas las redes viales; del ritmo de las investigaciones en todos los centros universitarios; las infraestructuras de los servicios sociales como educación, salud, seguridad, deportes, etc., y los análisis de productividad de todas las actividades… Pudiéramos tener imágenes-objetivo para cada uno de los grupos de profesionales que se forman, para las autoridades, para los políticos, y para todo estudioso.
Pero regresando a nuestra realidad, vemos que muchos de los que tienen poder:
– El político: Presidente, Ministros, funcionarios públicos de confianza y electos:
– El poder militar, especialmente en la plana mayor;
– El económico: empresarios nacionales y extranjeros, funcionarios de las empresas públicas de todo régimen;
– El poder legal: jueces y fiscales de todo rango y abogados;
– El del conocimiento: autoridades educativas de todos los niveles, científicos y humanistas y personas que tienen acceso directo a los medios de difusión; y los que por algún motivo tienen bajo sí a otras personas, o bienes “a su disposición”;
en su mayoría se rigen por su proyecto personal, sin considerar en lo más mínimo, alguna imagen-objetivo de nuestro país, la que cualquier ciudadano europeo con similares atribuciones posee e imagina cada vez mejor. Debemos decir ¡ASÍ NO JUEGA PERÚ!
Para empezar, no hay un solo país desarrollado que no haya tenido Planes de desarrollo y una IMAGEN-OBJETIVO a largo plazo. ¡Hagamos ese plan, actualicémoslo! Perú la tuvo con el Plan de Desarrollo de 1975. Muchos podrán decir que fue incompleto o ilusorio; no importa, pero lo tuvo en su momento; mas por seguir la moda internacional de dejar el desarrollo en manos de la “iniciativa privada”, se abandonó inocentemente, en lugar de perfeccionarlo y ejecutarlo.
Ahora, después de más de cuatro décadas de no coordinar casi nada, podemos decir que NO EXISTE UN PROYECTO NACIONAL; ese conjunto coordinado de imágenes-objetivo de todos los sectores que orienta a los gobernantes y a la intelectualidad nacional. Sobre todo porque los funcionarios públicos y los profesionales lo desecharon. ¿Por qué?
Ahora lo usual es desarrollar independientemente cada proyecto y esperar que las fuerzas del mercado (los inversionistas extranjeros, especialmente) se decidan a intervenir. En otras palabras, el Estado a órdenes de la inversión extranjera, en lugar de promover el desarrollo de su país, como lo ordena la Constitución. Aunque la realidad suele ser más compleja aún: no faltan funcionarios del más alto nivel que pretenden medrar de cada oportunidad, inmisericordemente. Por supuesto, ¿cómo vamos a tenerla si a quienes debieran pedirla no les conviene?
El contar con un Proyecto Nacional es un objetivo de primer orden para cualquier gobierno y su elaboración debe congregar a grupos profesionales representativos de todas las regiones, profesionales impregnados de patriotismo y que sientan las necesidades profundas de su nación. Lo proyectado debe ser consensuado en cada región,
Un fruto a mediano plazo puede ser el percatarse de complementariedades y la integración, primero funcional y luego política; pues cuando se abandonan individualismos en beneficio del Bien Común, surge la expresión integrada de un futuro mejor.
Interesante