Héctor Cornejo Chávez, nos enseñó en su acción y su obra -conjuntamente a otros ideólogos y filósofos cristianos- que el socialismo es el reflejo invertido en el espejo del capitalismo; así entonces, hoy, el neo marxismo es el reflejo invertido del neoliberalismo.
El sistema neoliberal empieza a resquebrajarse a romperse cual espejo fuertemente golpeado. Como consecuencia de ello, también y en igual proporción, compromete la extinción del neo marxismo. Al menos, eso es lo que hoy se ve en toda América Latina.
Al parecer, las súper poderosas corporaciones económicas del mundo aceleran la imposición de un nuevo orden mundial perverso para esta parte del orbe. Al parecer, ya no necesitan de sistemas de gobierno. Ellos, pueden gobernar el mundo por encima de reinados, democracias, dictaduras y totalitarismos. No necesitan de estados libres, soberanos ni con identidad. Tampoco les interesa.
La Convención de Washington en los 80’s, fijó las 11 líneas para un mundo con economía globalizada. Líneas que debían desarrollarse obligatoriamente. Marcaría como falacia que la salida del subdesarrollo es la aplicación de una política económica de libre mercado, que no es otra cosa que la dependencia de la explotación privada de la corporación económica internacional sobre los recursos naturales de los países latinos a sus precios de los métales en el exterior. Para ello, el hacer todo lo que fuera necesario se justificaría en razón al nuevo orden mundial propuesto por los avaros del mundo, así guerras externas e internas, terrorismo, golpes de estado y nuevas constituciones, crisis económicas como de orden moral y política, pandemias y terror, etc., todo resulta válido.
Había que aislar a los ciudadanos de sus sociedades intermedias y a estás de su propio Estado; así, se crearon las Ong’s como instituciones de promoción financiadas por organismos internacionales y fundaciones desconocidas que a la larga terminaron por usurpar esos espacios, resultando incluso más importantes que cualquier colegio de profesionales y/o asociación. Los Sindicatos, los gremios y cooperativas fueron reducidos y sometidos sólo al crédito y auxilio inmediato. Se “flexibilizaron los derechos laborales”, se redujo el estado, para lo cual vendieron las empresas del Estado, se informalizó la sociedad y la economía, forjándose junto a ella una cultura “combi” desbordada sin principios ni valores. Se despojó el espíritu a la educación diluyéndose la identidad de patria al punto que hoy los jóvenes no saben reconocer la figura y estampa de nuestros héroes; Se otorgaron licencias universitarias y luego les fueron arrebatadas con o sin fundamento contra el interés de los estudiantes creándose protesta y confusión. El sistema pensionario se privatizó para que poderosas empresas administren el dinero en favor de sus inversiones y en su afán de lucro; el sistema de salud pública se desacreditó con el propósito de dar paso a la privatización de la salud y someterse a las disposiciones de la OMS, estrategia que sigue en marcha. A la Agricultura se le despojó del crédito para las campañas, favoreciéndose al abandono y/o obligándolos al arrendamiento de sus tierras a precio barato para desalentar este sector y favorecer la producción extractiva y minera por parte de la corporación extranjera.
La respuesta reflejo del neo marxismo, se dio en los 90s, con el Foro de Sao Paulo, integrado por 111 partidos políticos marxistas. Cuya estrategia es agudizar las crisis instituidas por el neoliberalismo, asumir la ideología cultural como estrategia de lucha, tomar el poder y realizar seguimiento a la posible oposición para asegurar el bloque latinoamericano revolucionario. Finalmente, está ideología cultural ataca a instituciones primarias como la familia y promueve el reconocimiento de derechos a sectores minoritarios que nunca dejaron de tener el derecho por el hecho natural de ser seres humanos, en clara intención de dividir la sociedad. Así, el mal uso del lenguaje como “peruanos y peruanas” es usado como signo equivocado de la inclusión social y/o de igualdad de género, dejando de lado la profunda tarea de la igualdad de oportunidades y la real justicia social fraterna.
Así, se ha sensibilizado a los ciudadanos en América Latina para protestar frente a lo que se considera hoy conservador y detusto, como es el caso, de un orden temporal moral y de principios; abriéndole paso a “la cultura ideológica del relativismo”, dónde no hay límites ni legalidad sino una exacerbada y muchas veces mal interpretada legitimidad fuera de la legalidad. Se crea pues una sociedad desordenada, violenta, donde abundan los géneros y se confunden los derechos en un sistema basado en el libertinaje extremo, el egoísmo y la descomposición social. Así, los bienes jurídicos supremos como la vida y la auténtica libertad pueden ser manipulados y deformados en su esencia y protección.
Se pretende construir pues un orden temporal sin Dios, sin Patria y sin familia. Nadie toma cuenta de ello, sin embargo, no tardará mucho tiempo en descubrirse quienes se encuentran detrás del olor a azufre. Por ello, es necesario volver a la esencia y al reconocimiento de una misión que rescate los valores, los principios, la trascendencia de los seres humanos como príncipes de la creación, la identidad de patria y del destino trascendente que todo ser humano tiene más allá de los derechos y obligaciones temporales. La Democracia Cristiana se prepara para ello, y se compromete en ofrecer una tercera posición que rescate un orden moral temporal, con principios, derechos y obligaciones en promoción del bien común que significa construir sociedades pluralistas, personalistas, democráticas, solidarias, fraternas y con estructuras cristianas.