El Perú como república tiene en el mestizaje y la fusión cultural, un camino firme hacia la unidad requerida para el despegue al desarrollo.
Nuestra historia republicana puede estar marcada de inmolaciones y martirio por la libertad, dolor y sufrimiento; así como, de desaciertos y buenas intenciones por el progreso. Pero, es nuestra historia que pasa desde el poder aristocrático, oligárquico, demagógico y populista; llena de comienzos constitucionales por golpes de estado y con imposiciones de ideologías progresistas y conservadores, todo ello, entre democracia y dictaduras; historia siempre envuelta en rebeldía y protesta por impulsar y defender los derechos ciudadanos o la patria soberana.
Nuestras costumbres variadas y regionales hoy se juntan y se aman como peruanos. Todas ellas, evocan el mestizaje entre lo nativo y lo cristiano. Así, la tecnología ha permitido acercarla a los peruanos que empiezan a revalorar su cultura y provocan la curiosidad de saber más de estas maravillosas regiones, promoviéndose el turismo. Así se redescubren los telares, la artesanía y los sonidos andinos, selváticos y costeños que empiezan a fusionarse y conquistan el mundo; la variedad de belleza en sus paisajes y climas proyectan el respeto hacia dimensiones culturales desconocidas que empiezan a reeducarnos y a fortalecer nuestra identidad como peruanos. Así, los colores y aromas de sus comidas y bebidas, el cuidado en la preparación de los diversos platillos o licores también es defensa de la identidad peruana y de protesta nacional cuando alguna otra república pretende adueñarse de lo que es peruano. Podrán fusionarse, combinarse, pero, nunca dejarán de ser platillos y licores bien peruanos. Esto, nos señala, como ejemplo sencillo y externo de nuestra fusión antropológica en ser peruanos.
Entonces, ¿Qué es lo que nos divide y separa? ¿Acaso las ideologías?
¿Serán entonces las marcadas e históricas clases sociales, la brecha entre pocos ricos y una enorme muchedumbre de pobres? O, ¿resentimientos sociales, prejuicios discriminadores y racistas?… Definitivamente, lo que existe desde el inicio republicano hasta hoy es “la desigualdad”.
Ahora bien, “la desigualdad” es una enfermedad republicana que si bien se volvió en 200 años crónica, hoy, es posible sanarla sólo si la medicina contiene virtudes, principios y valores. El asunto es que estos elementos los tenemos en lo individual, familiar y social, pero, es el poder político quien impide su desarrollo, sea por una concepción una económica egoísta, perversa y corrupta que fija su individualismo en la avaricia y la explotación o bien por ideologías trasnochadas, que promueven el resentimiento, la venganza, siendo destructivas y llenas de odio, que terminan igual o peor de abusivas e intolerantes con la libertad.
La extinción de “la desigualdad” no se logrará promoviendo más odio; o fijando una demagógica igualdad de distribución que no genera riqueza, sino que crea a la larga más atraso y pobreza.
Nosotros, creemos que “la desigualdad” es el origen del problema que impide la necesaria unidad para lograr la esperanza del progreso del bien común. La desigualdad sólo puede retroceder y extinguirse si le damos espacio político a la “igualdad de oportunidades”, que no sólo es palabra cristiana, sino, que, como tal implica una gran responsabilidad, siendo anterior y superior al individualismo y al colectivismo. Primero, mereciéndole el exacto significado conceptual para no errar en las políticas a aplicar, que es reconociendo en cada ciudadano un ser humano poseedor de la misma dignidad que cualquier otro, no importando el color de piel, estatus, región o lenguaje. Segundo, que estas políticas conduzcan progresivamente a la ansiada justicia social que debe caminar en armonía con el bien común. Así, la promoción de la salud, la educación, la alimentación, la vivienda y el trabajo son estados necesarios e indispensables para elevar las condiciones de vida digna. Tercero, que todo lo dicho sólo será posible si se coloca en prioridad el desarrollo de una política de infraestructura conectiva física y virtual.
Los caminos son los que crean las condiciones para la igualdad de oportunidades y el desarrollo del bien común. Demócratas Cristianos… Compatriotas…, echémonos a andar para hacer camino.
En el Partido Demócrata Cristiano PDC PROMOVEMOS UNA DEMOCRACIA DIFERENTE
“La Democracia Cristiana impulsa una democracia participativa, personalista, pluralista, solidaria y comunitaria, que supera ampliamente y de manera contundente el sistema de la democracia representativa y tradicional. La Democracia Cristiana, ve que el sistema político de las libertades debe ir más allá de una democracia representativa” la democracia no se agota en el voto.
DEMOCRACIA PARTICIPATIVA,
Es la que cree en la organización de las sociedades intermedias y son canales de participación real de los ciudadanos. Es la forma de organización correcta de la llamada sociedad civil.
DEMOCRACIA PERSONALISTA
Es la democracia que centra su atención, promoción y defensa de la dignidad de la persona humana. Se enfrenta y supera la visión neoliberal “individualista”. Rechaza y combate en toda su extensión y contenido la visión marxista “colectivista”, que trata al ser humano como sólo “un trozo de carne” propiedad del Estado.
DEMOCRACIA PLURALISTA
Es la democracia tolerante y de respeto a posiciones distintas, basa su ejercicio en el consenso y la conciliación.
DEMOCRACIA FRATERNA Y SOLIDARIA
Es la democracia que expresa su visión cristiana y fraterna hacia los más débiles y a los que esperan la promoción de oportunidades.
DEMOCRACIA COMUNITARIA
La democracia comunitaria, tiende a la satisfacción del bien común y crea una serie de formas para su promoción e instalación.
Así, la democracia cristiana tiene un modelo propio, superior al sistema tradicional y que asegura la promoción de los ciudadanos, la sociedad y el mundo.