“La desigualdad” es una enfermedad republicana que si bien se volvió en 200 años crónica, hoy, es posible sanarla sólo si la medicina contiene virtudes, principios y valores. El asunto es que estos elementos los tenemos en lo individual, familiar y social, pero, es el poder político quien impide su desarrollo, sea por una concepción una económica egoísta, perversa y corrupta que fija su individualismo en la avaricia y la explotación o bien por ideologías trasnochadas, que promueven el resentimiento, la venganza, siendo destructivas y llenas de odio, que terminan igual o peor de abusivas e intolerantes con la libertad.

“Los Demócratas Cristianos rechazamos las ideologías trasnochadas e irreconciliables entre sí que se disputan al país como un botín… ambos corruptos, dónde uno sacrifica la justicia y el otro la libertad. No estamos de acuerdo con la perversidad de un lucro excesivo y abusivo que crea privilegios en unos pocos; pero, también rechazamos los modelos de imposiciones políticas marxistas cavernarias que conllevan a distribuir sólo más pobreza, atraso e injusticia. Frente a ellas proclamamos una tercera posición alzando nuestra voz y daremos batalla en favor de la libertad y la igualdad de oportunidades como una tarea impostergable y urgente de todos los patriotas demócratas”.

La “Justicia Social” entonces, no sólo es una cuestión de distribución igualitaria de bienes sino su contenido es extensamente superior y anterior a ella. La “Justicia Social” es un tema de “dignificación” de reconocer en el otro y los demás, con mirada cristiana al hermano, los mismos derechos y oportunidades, sobre todo, y preferencialmente a los más sufrientes.