La política para un Demócrata Cristiano, no…

La ética es el corazón de la política.

No es improvisada, sino, es doctrina política socialcristiana.

No puede ser ideología de muerte; sino, lo es de vida y esperanza.

No puede ser individualista; sino, es personalista y cristiana.

No cree en dictaduras ni en la violencia; sino, es libertad, democracia y paz social.

No se esconde en la mentira; sino, se funda animosamente en la verdad.

No puede ser rencorosa; sino, reconciliadora.

No puede motivar odio; sino, el amor.

No puede promover la discordia; sino, la unión.

No puede ser indiferente; sino, responsable, preocupada y solidaria.

No puede ser egoísta; sino, fraterna y compartida.

No puede tener una visión sólo materialista; sino, principista y espiritual. No busca sólo la riqueza material; sino, la promoción humana y el bien común.

No puede ser corrupta; sino, moral y ética.

No se hace de privilegios; sino, es austera, desprendida y entregada.

No es soberbia ni vanidosa; sino, humilde y sencilla.

No puede ser cómoda ni opulenta; sino, sacrificada, incómoda y valiente. No puede proteger la iniquidad; sino, va al encuentro de la justicia social. No puede ser discriminadora ni descalificadora; sino, integradora e inclusiva.

No puede ser entreguista; sino, patriótica, libre y soberana.

No es dogmática, sino confronta su doctrina a los hechos y es innovadora.