En momentos de una galopante inflación económica mundial lo que las naciones libres y soberanas hacen es proteger su economía, el abastecimiento de su mercado interno, garantizando un consumo a los productores que también requieren e algunas medidas soberanas y proteccionistas. Siendo ésto así, es necesario recomponer el rol del estado en cuanto a sus facultades promotoras y reguladoras, sin que esto signifique la vuelta al pasado o la adopción de medidas estatizantes o la sobredimensión del estado. Eso de ninguna manera.
Pienso que una reforma al título económico sería sobre la «irreversibilidad de los contratos ley» sobre todo por temas de corrupción y de deudas al estado así se equilibrarían los compromisos y las obligaciones. Otra sería al artículo que establece el «trato igualitario entre la empresa privada nacional y la extranjera» por ser desigual y abusiva, pues, la diferencia en cuanto a la tenencia, posesión de tecnología y de capitales de las empresas foráneas resulta inmensa e imposibilita que las nacionales puedan competir contra ellas. Entonces debe establecerse la participación de la inversión privada nacional en el proceso de exploración, explotación, transformación y comercialización para alentar su crecimiento. Además, toda concesión sobre la explotación de recursos naturales debe tener como obligación la puesta de plantas de transformación primaria, así como participación en su comercialización interna y externa.
Sería mejor, entonces, desde una Tercera Posición, preguntar a los ciudadanos si se debe reformar algunos artículos del Título Económico de la Constitución Política, en lugar de pedir en medio de una guerra de políticos corruptos tanto de la izquierda como de la derecha una Asamblea Constituyente Plurinacional, o que las cosas sigan en statu quo, que, así como están las cosas, no garantizan nada, sino, de un lado solo el deseo de imposición ideológica marxista del Foro de Sao Paulo y de la otra la corrupción archiconocida de la ultraderecha peruana.