Los partidos políticos son la base de la democracia. Sin ellos no existe una comunidad de ideas distintas respecto a la construcción de una sociedad. Los partidos representan la esencia de un sistema de libertades que ofrece a la ciudadanía una serie de alternativas políticas, las cuales debieran -lo que ahora no hacen- sustentarse en principios doctrinarios y marcos ideológicos para ofrecer en el propio debate las ideas alternativas de superación para la sociedad…. Un partido político no solo se funda o constituye para tener sólo como objetivo la toma del poder y el manejo de la cosa pública, sino, además, y más importante aún, para dotar a la sociedad de libertad en ideas, pensamientos, decisiones y acciones políticas para la elección universal de su destino. Conllevan, pues, al fortalecimiento de la cultura y conciencia política, activándose la tolerancia y el respeto a las ideas sean similares o diferentes en la convivencia civilizada, respetándose claro está, a las mayorías y minorías, sin tener que promover la proscripción de unos y ni de otros por razones electorales.
Los partidos políticos en el Perú ya no existen. Han sido derrotados por la corrupción y el poder económico internacional. Algunos se alejaron de sus fuentes doctrinarias por conveniencias de cuotas de poder y otros se fundan sólo en interés económicos de grupo volviéndose improvisados, sin escuela política ni capacitación para la gestión gubernamental. Se han vuelto “franquicias políticas” o “vientres de alquiler” donde se impone un personaje conocido y alrededor de él invitados al congreso u otras candidaturas de elección popular que pagan cuotas extraordinarias a cambio de éstas o para mejorar sus puestos en la lista de candidatos. Ciudadanos que se desempeñan en otras actividades, casi siempre alejados y extraños a las concepciones de patria, a los valores morales y espirituales, ajenos totalmente al de desarrollo de proyectos del estadista, sin ser líderes de nada, salvo de los intereses que representan y que les financian se mantienen fuera de los márgenes doctrinarios e ideológicos del partido anfitrión, se lanzan a una carrera chiflada por el poder y los beneficios que sus cuotas les otorgan. Entonces, se legisla una ley de partidos políticos que sólo los debilita y que ve en el afiliado y en las bases provinciales sólo un número de registro para cumplir con las formas administrativas impuestas desde el congreso nacional por los mismos gestores de la debacle partidista. La autoridad electoral les impone temas de orden obligatorio en sus planes de gobierno, cuotas y paridades en sus listas de candidatos, etc., desconociendo que la política es una dimensión de capacidades más que de géneros y que los partidos políticos impulsan una visión de país con marcos propios conceptuales e ideológicos que deben en libertad presentar al país para su aprobación o desaprobación mediante el voto universal y soberano. Hoy una institución electoral administrativa es la que dicta los lineamientos a tocar en un plan de gobierno. Lo cual resulta mentiroso y falso, pues, luego no se cumplen y no se sanciona ese incumplimiento de la promesa dada a la ciudadanía. Eso no fortalece a los partidos, más bien los debilita y los enfrenta a una mayor crisis política promoviéndose una mayor desazón de los ciudadanos frente al sistema democrático.
Por lo señalado, nosotros proponemos, la adecuación de la tecnología virtual en tiempo real al proceso de inscripción y registro de los partidos políticos acabándose así con las fábricas de firmas y los conocidos canjes de dinero por firma. Se ahorra tiempo y dinero par los partidos solicitantes de su inscripción como para el estado en la comprobación de datos, esto a través de la adquisición de un software central en el JNE y con Aplicativos hacia los celulares, de manera que no existan ciudadanos afiliados a dos agrupaciones políticas diferentes por la eliminación automática de la pretendida segunda inscripción.
Asimismo, proponemos la entrega de la credencial provisional para que los partidos políticos en proceso de inscripción de puedan bancarizar los aportes de la campaña de inscripción y se eviten los lavados de activos y los compromisos dolosos que luego se pagan y terminan por ensanchar aún más la desconfianza del pueblo y la corrupción en los partidos políticos. Creemos que no existe mejor auditoría externa para los partidos políticos que los resultados electorales, ello da cuenta de su trabajo organizativo democracia interna y de la aceptación de sus propuestas, así como del compromiso de sus representantes. Sin embargo, creemos también que el JNE debe continuar con la revisión de uso del dinero de los partidos políticos con sus respectivas sanciones y/o denuncias ante el Ministerio público en caso de comprobarse actos dolosos muy graves como pueden serlo las constituciones de organizaciones políticas criminales que buscan infiltrarse en la política para realizar actos de corrupción y demás.