Participación para el desarrollo
Una democracia participativa es superior y va más allá que la democracia representativa que a la luz de lo que tenemos hoy ha fracasado en llevar las virtudes de la democracia a los sectores más débiles de la sociedad peruana, tanto en el mundo urbano como rural, es por ello, que las sociedades intermedias merecen nuestra mejor atención y su impulso para su consolidación. En ella se encuentran las iglesias, Apafas, universidades, los colegios de profesionales, gremios empresariales y de trabajadores, así como las cooperativas y organizaciones populares, deportivas, entre otras asociaciones que merecen una participación activa y/o de consulta sea especializada, técnica, espiritual o moral en la construcción de un país de cara a ser potencia mundial.
Estas sociedades no pueden ser utilizadas como medios de presión ideológica o política, sino, más bien, como canales de expresión democrática independiente; ellas están llamadas a gestionar la solución de los asuntos propios de sus objetivos como también en la promoción de una sociedad pluralista en la justa búsqueda del bien común. Su tarea en proporcionar proyectos y absolver consultas es fundamental.
Las Ong’s son parte de las sociedades intermedias, pero no pueden reemplazarlas o adueñarse totalmente del espacio y su dimensión, es un error que el estado o los gobiernos las adopten como directores del pensamiento consultor y ahora director del país, pues éstas obedecen a objetivos e intereses foráneos de otro tipo de instituciones y a organizaciones internacionales con intereses definidos sobre el comportamiento del Perú como nación. Allí tenemos un gran ejemplo del sillón giratorio, que sólo ha traído conflicto de intereses o corrupción con resultados negativos para el país.