Por: Carlos Gallardo Neyra
Se aproximan las elecciones municipales y regionales y la fiesta comenzó. Las ofertas por conseguir un cupo, una candidatura se deja ver, pero, es más grave, aún, cuando estás exhibiciones provienen también de los partidos políticos. Es una pena. Solo se demuestra carencia de líderes y de organización partidaria. Nuevamente las organizaciones políticas engruesan sus registros de afiliados con candidatos «invitados» que sabemos, deben afiliar al vecindario y a sus portátiles para participar de una Asamblea convocada por la agrupación política seleccionada y hacerse elegir con un buen número de ellos y así cumplir con el sacrosanto requisito «legal» del JNE. Además, de ello, también se conoce que en muchos casos depositan su «donativo» al partido que les brinda la mejor oferta. Eso señores, es mercantilismo político. Se abrió la subasta de candidaturas.
Con velocidad inusitada pasan de una posición política a otra. No importa el color político. Algunos que no pudieron alcanzar el número de firmas requerido buscan y terminan acomodándose en un Vientre de Alquiler, en un partido político reconocido por el JNE, pero, que es solo «cascaron». Otros, sin importar el color político o de conducta política se afilian a aquella. Así solo se auspicia corrupción, cacicazgo, desorden, la desintegración partidaria, su atomización, etc.
Nadie dice nada. Ni los medios de prensa política, ni los opinólogos políticos. Menos aún las instituciones llamadas a hacerlo.
Es una lástima para la democracia que estos hechos se den con la complicidad de la actual clase política, quienes se niegan a una reforma electoral integral y a una moderna legislación de los partidos políticos.